Daga española de mano izquierda de acero forjado.


Estas piezas recibieron también el nombre, por el que eran conocidas popularmente, de “vizcaínas” debido a ser de ese origen muchas veces los aceros con que se forjaban.
La presente pieza muestra una tipología y sobre todo formas que evidencian todavía una fuerte influencia renacentista, estando sin embargo datada entre mediados del siglo XVI o primeros años del XVII. La aparente desproporción entre la corta hoja y la proporcionalmente larga empuñadura era debida no solo a la citada influencia sino para dotar a la daga de un perfecto equilibrio en el tipo de esgrima con que se utilizaban que era el golpe bajo o lateral principalmente, durante el cual se dejaba deslizar hasta la parte delantera de los dedos que la agarraban de similar forma a como sujetamos un cuchillo o tenedor de mesa. También ayudaban estas proporciones a empuñarla cuando la mano estaba protegida por un guantelete (eran piezas civiles que se usaban también en la guerra) o un grueso guante de piel.
Esta pieza es un buen ejemplo de una daga de mano izquierda destinada a un uso "real" no se trata de una daga de fantasía o adorno como la mayoría de las de guarda en vela u otras cubiertas de repujados y grabados, sino destinada a realizar su mortífero cometido del modo más eficaz, no por ello como vemos los forjadores dejaban de darle una bella estética, nadie entonces concebía un arma medianamente digna sin al menos algo de arte... Eran otros tiempos.
Pese a su finura de grosores y esbeltez de líneas es una pieza muy sólida y resistente realizada en un excelente acero forjado en una labor de gran calidad y maestría dado lo dificultoso que resultaba hacer todo el conjunto en una sola pieza. Esta peculiar técnica permitía obtener una daga muy compacta y resistente a la vez que de muy poco volumen, por lo que podía guardarse fácilmente entre los pliegues del traje o en la bota, cinturón o coleto sin que se notara ni estorbara. Es de notar la bella forma que logró el maestro forjador consiguiendo una guarda airosa y un puño de hermosa composición que remata en un excelente pomo
La fina y a la vez robusta hoja era adecuada para el fin a que se destinaba estas dagas. Tiene las muescas conocidas como “rompepuntas” cerca de la guarda, nombre por el que suelen conocerse pero a todas luces erróneo ya que no era esa la utilidad sino la de ayudar a parar el golpe de la hoja contraria cuando su filo se atascaba en ellas.
Este tipo de piezas no eran normalmente firmadas ni marcadas por el forjador por diversas causas, desde la simple costumbre hasta la de que no eran armas bien vistas o al menos no consideradas propias de caballeros al estar destinadas a un aspecto de la lucha considerada poco noble y usadas en muchos casos para crímenes y venganzas. La Historia y la literatura de nuestro Siglo de Oro nos muestran muchos ejemplos.
La conservación es excelente para su antigüedad, evidenciando la calidad de forja y acero. Ha sido pulida en época indeterminada, seguramente no hace muchos años, y protegida con una finísima capa de un protector, dejando ver toda la superficie un ligerísimo punteado debido más a la propia porosidad de la forja original que el antiguo óxido que pudo tener y que en todo caso no debió de ser nunca más que muy superficial, seguramente una antigua pátina la protegía, por ello y por una gran suerte en que haya tenido una buena conservación mantenida estos siglos ha permitido que nos llegue en este estado que nos permite apreciar cómo era realmente una de las míticas armas españolas tan citada en nuestra literatura.
Longitud total: 28,6 cm. Puño; 11,7 cm. Hoja: 16,3 cm.

Vendido

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